Los tiempos han cambiado, el contexto en el que se desarrolla el actual proceso de paz es muy diferente a los emprendidos en el pasado. La comunidad y la legislación internacional son más exigentes frente a los delitos cometidos por grupos terroristas, particularmente los de lesa humanidad; sumado a una mayor desconfianza y rechazo de los ciudadanos contra las FARC que se traduce en una demanda de justicia, verdad y reparación para las miles de víctimas tal y como se ha hecho en otros procesos.
Este proceso de paz tiene fortalezas. Entre las más relevantes están la definición de una agenda concreta, la no negociación de las causas del conflicto, que siempre terminaba en una discusión interminable de todos los problemas nacionales y la necesidad de cambiar el modelo económico y de gobierno, el cual, manifiesta el Presidente Santos, no está en discusión. Adicionalmente, la negociación por fuera de Colombia ha llevado a la no desmilitarización de un centímetro del territorio colombiano y la posibilidad que las fuerzas militares sigan combatiendo a los grupos terroristas sin cese al fuego.
De otro lado las debilidades del proceso paz son la poca información que poseen los colombianos sobre los temas específicos que se están negociando, los acuerdos parciales a los que se ha llegado y la falta de confianza en que los asuntos no negociables por los ciudadanos sean bien representados por el Gobierno en La Habana, es decir, que no se ceda lo que los colombianos no estén dispuestos a ceder. Finalmente, es preocupante la no presencia en la mesa de dialogo de los representantes de los bloques sur y oriental de las FARC, quienes son los más beligerantes y narcotraficantes de este grupo subversivo, generando una gran duda: si las negociaciones son solo con un sector, o más grave aún, se negocie el desmonte del nombre mientras la gran mayoría de los guerrilleros sigue en actividades terroristas.
Lo más preocupante del proceso de paz es una negociación previa y durante las elecciones, ya que estas pueden ser utilizadas por las FARC para manipular los deseos de un gobierno en reelección y negociar en contra de los intereses de los colombianos. Igualmente, ser utilizada por los enemigos del gobierno para acabar con el proceso y ganar réditos electorales. Luego la negociación va a estar sujeta a muchas presiones de amigos y enemigos del proceso que convertirán este como el tema de campaña, siendo el peor escenario para lograr acuerdos que beneficien a los colombianos.
En conclusión, el gobierno debe trabajar decididamente en entender los temas no negociables del pueblo colombiano, como la no elegibilidad de aquellos que cometieron delitos de lesa humanidad, justicia y la reparación a las víctimas. Es decir, al proceso de paz le falta pueblo, que este lo entienda, participe y lo respalde, de lo contrario estaríamos en el peor de los mundos, y es la firma de un acuerdo de paz que no sea refrendado por los colombianos.
Bibliografia:
- https://www.google.com.co/search?q=proceso+de+paz&espv=2&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiKt6uinM7LAhWIbR4KHflTDvUQ_AUIBygB&biw=1366&bih=667#imgrc=fBj3olaw4T49NM%3A
- http://www.lapatria.com/columnas/que-le-falta-al-proceso-de-paz
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